La primera semifinal de Eurovisión 2025 se celebraba en principio con poca emoción: solo 5 canciones de 15 iban a ser eliminadas, un tercio de las presentadas. Tenías que hacerlo muy mal para caer. O ser Bélgica. Hace un rato eran 5º en las apuestas para ganar Eurovisión 2025, y ahora están fuera.
El «síndrome Kate Ryan», actualmente conocido como «homofobia», ha vuelto a causar estragos dejando fuera el tema trance de Red Sebastian, interpretado sobre un fondo totalmente rojo ‘Padam Padam’. La puesta en escena ha podido pecar de plana, pero mejor que -pongamos- la presentación en vivo de San Marino, estaba.
La mayor emoción por estos lares era la de ver incorporada, durante la noche, la actuación de Melody, ya clasificada para la final del sábado como representante del Big Five. Melody ha pulido su show de Benidorm Fest, prescindiendo de sus elementos más kitsch, si bien dejando algo de confusión entre cortina y cortina. Algún plano parecía un fallo, pero no lo era. Su actuación vocal contará, al menos de cara al jurado, y tiene mérito que ‘Esa diva’ haya pasado en las últimas semanas, de no estar en el top 30 de las casas de apuestas, a bordear el top 15 antes de la emisión de esta semifinal.
Suecia tenía el pase asegurado, como siempre. ‘Bara bada bastu’ aka «Sauna» es una canción simpática y se pega más de lo que desearías, aunque no tan digna ganadora. Nada debería darse por sentado esta vez. No sé si el jurado la va a abrazar de manera tan masiva.
Otros que partían como favoritos y han logrado el pase a la final han sido Holanda, Albania y Estonia. Claude empieza muy bien, en primer plano, interpretando lo que parece una bonita balada… que pronto deviene en algo totalmente genérico. Albania acude con un medio tiempo de arreglos trip-hop, rap incluido, que ha pasado por solvencia y falta de competencia en ese estilo. Y ha divertido y mucho Estonia, con un tronchante Tommy Cash. En este show han destacado sus excelentes bailarines/guardaespaldas y ha colado totalmente el momento fan de una supuesta seguidora. En el punto justo entre «troll act» y entretenimiento puro.
Entre las sorpresas positivas clasificadas, y por las que no habríamos dado un euro, la bonita canción de Portugal, siempre atentos a una melodía sencilla pero bien hecha; e Islandia. ‘Róa’ ha abierto la noche con una llamativa puesta en escena, sobre todo en la coreografía del barquito en la segunda estrofa. La gente ve Eurovisión por números como este.
No tan positivas han sido las clasificaciones de Noruega, un cliché con patas del tipo boyband, drop con chanelazo incluido; o Polonia, muy bien realizada pero envuelta en gritos insufribles, y competencia directa para Melody por su escenografía.
Ucrania llega a la final por los pelos -aunque que su nombre se haya pronunciado el último no significa que haya estado a punto de quedar fuera, el orden es aleatorio-, y volveremos a ver, por tanto, su puesta en escena medio indie medio glam, en tonalidades azules y violetas. Quizá el más sorprendente de los eliminados haya sido Chipre, que acudía con escenógrafo español (Sergio Jaén), en este caso con un claro abuso de los efectos de luces.
En cuanto a clasificados para la final, sin competir esta noche, pero ya emitidos y en mejor horario que Melody, Suiza acude con una preciosa balada, ‘Voyage’, unida a un arpa invisible, que nos ha hecho pensar en Amaia. Por último, es curioso que uno de los años en que Italia presenta una de sus canciones más chulas, del muy glam Lucio Corsi, sea uno de los que peor prospectiva tienen.