‘The Last of Us 2’ en realidad debería haberse titulado ‘The Last of Us 2. Parte 1’, ya que está incompleta, solo se narra la primera mitad de la secuela del videojuego. A medida que avanzaban los episodios, emitidos semana a semana, ya se veía venir: no iba a dar tiempo a contar toda la historia en solo siete capítulos. Entonces, ¿por qué no la rodaron entera antes de emitirla?
Obviamente, es una decisión comercial. Sus razones tendrán. Pero, desde un punto de vista creativo, es un desastre. Es como estar viendo una película en el cine y que la proyección se corte a la mitad: “Hala, pa casa. Volved dentro dos años”. No hay resolución. No hay clímax. Solo un cliffhanger más facilón que un chiste de Leo Harlem.
Valorar una serie cuyo arco dramático está hecho trizas no es fácil. Si juzgamos únicamente lo que nos han dejado ver, sin tener en cuenta que buena parte de la historia se ha quedado colgando y muchos aspectos sin desarrollar, ‘The Last of Us 2’ resulta narrativamente desequilibrada. Alcanza un clímax espectacular en el segundo capítulo -tremendamente impactante si no sabes nada-, y luego va avanzando hasta un segundo punto álgido que…. no llega. No lo vemos. Fundido en negro.
Como espectador (y más aún si conoces el videojuego), la experiencia es frustrante. Algo que parece haberse traducido en una caída de audiencia respecto a la primera temporada (un 55 % menos vieron el final, según datos de Variety). Sin embargo, si la serie hubiera continuado, su desarrollo dramático tenía todos los visos de ser perfecto, con un giro narrativo estratégicamente situado para dejar a los espectadores (ajenos al videojuego) con la boca abierta. Un impacto que se pierde completamente con esta interrupción.
Y es una pena porque, en los demás aspectos, la serie mantiene las virtudes de la original. Visualmente es una maravilla, con un diseño de producción extraordinario, tanto en la recreación de la comunidad de Jackson como, sobre todo, la de un Seattle posapocalíptico en plena guerra civil. Los personajes funcionan muy bien, destacando la aparición de Abby Anderson, que, aunque físicamente no es tan imponente como en el videojuego (ni de lejos), la interpretación de Kaitlyn Dever hace que te olvides de esa diferencia.
Además, incluye un episodio -el sexto, ‘The Price’, dirigido por el propio creador del videojuego, Neil Druckmann- que conecta simbólicamente con el famoso tercer capítulo de la primera entrega. Una fuga narrativa en forma de flashback que explica muy bien, con una estructura ingeniosa y gran carga emotiva y psicológica, el desarrollo de una relación paternofilial. De hecho, esta forma de profundizar en los sentimientos de los personajes es la gran novedad de esta secuela. ‘The Last of Us 2’ tiene una dimensión moral, un discurso sobre la venganza, enormemente potente. Dentro de dos añazos sabremos más…